domingo, 27 de septiembre de 2020

"Bala loca": Un policial político a la chilena

 


Para los amantes de la clasificación por género, diríamos que "Bala loca" es un thriller político, si no fuera que casi toda la política es actualmente un thriller. De entrada diremos que tiene alta calidad, y enfoca físicamente la Santiago de Chile moderna, la política actual y los viejos problemas políticos de Chile. "Bala loca" es lo que en la Argentina llamamos "bala perdida", y todo comienza con la muerte, rápidamente calificada de accidental, de una periodista en un asalto a un supermercado. La violencia está bien filmada y esto parece augurar que la serie entera lo estará de igual modo. Lo está.

  "En Chile llama mucho la atención y produce mucha desconfianza lo que yo llamo los personajes que cruzan la calle, es decir, si tú cambias lo que eres y eres otra cosa, después de un rato, tú eres desconfiable", dijo a La Tercera el guionista Gonzalo Maza. "Si eres de derecha y dejas de ser de derecha, la gente te mira raro. Si eres cuico [rico] y te haces pasar como que tienes menos plata, desconfían de ti. Me parece interesante que el protagonista de 'Bala loca' es un personaje que cruza dos veces la calle". Maza buscó como coguionista a Pablo Toro para realizar la idea de Marcos de Aguirre y David Miranda.

  El personaje central de la serie, el periodista Mauro Murillo, en efecto se convierte a la farándula, gana mucho dinero y -acosado por la insustancialidad tal vez- decide invertirlo en crear un portal de noticias y de investigación. Ha cruzado dos veces la calle de manera simbólica, pero también ha cruzado desafortunadamente la calle real y anda ahora en silla de ruedas para toda la vida. Mientras trata de reclutar un pequeño equipo de primera, una de las periodistas a las que recurre -que desconfía de él, como bien anticipó el guionista- es baleada. Esto acelera el nacimiento del portal, que tácitamente queda bajo la advocación de la periodista muerta y se da como primera tarea investigar esa muerte, que no parece un accidente. Esto lleva a su vez a seguir las investigaciones que ella misma había emprendido. Y esto conduce a los enjuagues económicos de un poderoso empresario, Coco Aldunate, dueño, entre muchas cosas, de una prepaga. Casualmente, la bella asesora de prensa y difusión del poderoso empresario es la novia del periodista y ahora dueño de un portal de noticias Mauro Murillo. Hasta aquí podemos contar, sin revelar el siguiente enredo de la trama, que lleva la investigación un paso más allá y precipita el desenlace.

  El peso del pinochetismo, la "enfermedad" que sembró en su momento en el Ejército, como la califica el actual comandante en jefe, pesa en toda la historia y en la vida personal de Murillo, que perdió a su hermano en un centro de torturas durante la dictadura. Esa enfermedad es que muchos en las fuerzas armadas creyeron que estaban haciendo lo correcto. Sin embargo, Chile enfrenta, como casi todo el mundo, por no decir todo, la plaga de la corrupción en la política y en las instituciones en general -incluida la policía y algo más en este caso-, el tráfico de drogas y la intolerancia. Problemas nuevos que se relacionan con los problemas viejos. Por su condición de anfibio, Murillo conoce el mundo de la política, el de la farándula y el de la policía. El comisario Nelson Iturra es -relativamente- un amigo del otro bando y un personaje de los mejor planteados en esta historia, fuera de Murillo, Aldunate, el senador socialista Torres Becker y el comandante en jefe del ejército. Ellos son lo que deciden el rumbo del relato.

  Es probable que un portal de noticias que sobrevive a dos atentados logre aproximarse a la verdad y desate la justicia en cualquier parte. Es posible, pero poco probable. El cuento de hadas juega aquí su papel de esperanza. Si no toda la verdad y toda la justicia, al menos un poco. Siempre habrá sombras por delante y otras que vienen del pasado.


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