"Transatlántico" (2023) no tiene que ver con ningún transatlántico sino con una mínima gesta -mínima en comparación con más de 50 millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial-, encabezada por el periodista estadounidense Varian Fry, quien vio a mediados de los años 30 en Berlín los comienzos del Holocausto judío. En el año 40, cuando media Francia estaba directamente ocupada por los nazis, y la otra mitad administrada por el gobierno colaboracionista de Philippe Pétain, instalado en la ciudad de Vichy, Fry va a Marsella con el propósito de ayudar a quienes quieren exiliarse. Como todo hecho histórico recreado por la literatura o el cine o ambos (como en este caso), el trabajo que hizo Fry para proteger y exiliar intelectuales y no intelectuales, judíos o no, por medios legales e ilegales, se convierte en leyenda. Fly en los hechos facilitó la salida de miles de perseguidos, entre ellos Hanna Arendt, Walter Benjamin -quien se suicidó en Portbou (Cataluña) cuando había logrado atravesar los Pirineos-, André Breton, Max Ernst, Marc Chagall, Victor Serge, Marcel Duchamp y otros notables escritores y artistas plásticos de la época. Ellos son el condimento -y aportan al fondo de leyenda- de esta serie de siete capítulos, mientras se alojan clandestinamente en un hotel y luego en una vieja finca en las afueras de la ciudad, a la espera de visas de los Estados Unidos.
Fry contaba con el apoyo de la Primera Dama estadounidense, Eleanor Roosevelt, quien amadrinaba un Comité de Rescate de Emergencia, a instancias de Thomas Mann, Theodor Adorno y otros intelectuales alemanes, con el aporte de empresarios judíos y no judíos. Se retrata este aporte en la figura de Mary Jayne Gold, la protagonista femenina de la serie, quien dilapida -por así decirlo- el dinero que le pasa su padre, en la protección de estos perseguidos europeos. También Peggy Guggenheim contribuye, llevándose de Paris telas de algunos artistas notables, entre ellos Picasso, y acercando dinero, además de su refinada simpatía, a los exiliados de la villa Air Bel. Pero, de acuerdo con la serie, el aporte de capital provino también de los vínculos de Mary Jayne con los servicios de inteligencia británicos, a su vez conectados con las primeras células de la Resistencia no comunista, donde se destacaron negros de las colonias francesas en África. Si la señora Roosevelt vio en aquel Comité la posibilidad de importar inteligencia a los Estados Unidos, los negros apostaron a que un triunfo sobre el nazismo llevaría aparejado un proceso de descolonización mundial, como efectivamente sucedió.
La serie se basa en la novela The Flight Portfolio, de la estadounidense Julie Orringer (nacida en Miami en 1973), y convierte en ficción otros detalles de la trastienda de la historia, como la resistencia del cónsul de los Estados Unidos en Marsella a colaborar con el Comité de la señora Roosevelt, y la presencia de empresas de la entonces tecnología de punta, que buscan crear mercados en Europa, incluida Alemania, "cualquiera sea el resultado de la Guerra". Fry debió enfrentar, con ayudas secretas de empleados del consulado, esta situación o complot de la derecha política y económica. Por otra parte, su país no estaba en guerra y el Comité le imponía ciertas limitaciones para ayudar a los perseguidos. Finalmente, rotos los lazos con el Consulado y despedido del Comité, Fry usó pasos a través de los Pirineos, barcos pesqueros y automóviles privados para llevarse a "sus" protegidos; falsificó documentos y estuvo jugando en la cuerda floja, incluida la posibilidad de ser juzgado por traición, durante más de un año en Europa.
Las escenas festivas promovidas por los surrealistas, con Breton a la cabeza, en la villa Air Bel ciertamente muestran la cara irreductible de la cultura latina, amenazada entonces por el nazismo, y en parte explica por qué aquella aventura tiene visos legendarios y hasta delirantes.
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