jueves, 26 de agosto de 2021

"Los derrotados": El policial de la ciudad en ruinas

 

Es difícil restablecer la ley en una inmediata posguerra, sobre todo si esta posguerra es la de la Segunda Guerra Mundial y el escenario es Berlín, en ruinas casi completamente después de los bombardeos y cañoneos de los ejércitos occidentales y del Ejército Rojo. Es casi una burla restablecer la ley con cuatro ejércitos que se han dividido en cuatro la administración de la capital de Alemania. Difícil, con el ansia de revancha contenida de los ejércitos vencedores, la escasez, y una vida en general de ratas, aunque con el indómito espíritu de redención de la raza humana, que en este caso intenta reconstruir la ciudad ladrillo por ladrillo. Y es aún más difícil en el comienzo de la Guerra Fría, con el espionaje de una cuadra a la otra. Sin embargo, eso es lo que intenta una comisaría del sector estadounidense, cuya dotación es mayormente de civiles convertidos en policías, cuyas únicas armas son patas de mesas y camas, usadas a modo de garrotes, y cuya sede son las ruinas de un banco. Allí llega, delegado por el gobierno de los Estados Unidos, un policía de Brooklyn, quien pronto comprende que su primera tarea para organizar la comisaria es conseguir que el vicecónsul de su país provea alimentos, ropa y armas para sus agentes. Sin embargo, pronto se revelará el principal enemigo del policía recién llegado, y asimismo su oculto propósito: encontrar a su hermano, desertor o desaparecido en combate.

  En el escenario -que se basa en fotografías históricas de la destrucción de Berlín- y en la singular tarea de esa comisaría reside la originalidad de la serie "Los derrotados", en cuanto a policial. Ha sido el resultado de productoras de Francia, Canadá, Alemania y de la pan-nórdica Nordic, pero el guión y la dirección es de los suecos Björn Stein y Måns Mårlind. La inspiración se debe a este último, quien recordó Las siete bromas de Max y Moritz, un cuento en verso de Wilhelm Busch,  publicado en 1865, con el que aprendieron a leer muchos alemanes. Mårlind bautizó Marx y Moritz a los hermanos McLaughlin: Max, el detective de Brooklyn, y Moritz el hermano soldado, perdido o prófugo. Se encontrarán pronto, una vez que Max averigüe que el horror descubierto por los estadounidenses en el campo de concentración de Dachau, liberado por el VII Ejército de los Estados Unidos, fue lo que precipitó la desaparición de Moritz, después de que, durante la noche, gastó todas sus municiones en matar sin juicio a guardias del campo.

 Dos son las historias principales que narra "Los derrotados": la búsqueda del soldado desparecido y la del rey de la prostitución de esa Berlín real-imaginaria, el médico llamado "Engelmacher" (creador de ángeles), cuyo imperio subterráneo se basa en los abortos clandestinos a mujeres violadas. Las dos historias tienen ecos en la literatura popular del siglo: la del Engelmacher no puede menos que recordar a los super-villanos de la historietística estadounidense -si se compara, es sin embargo menos cruel que el médico Sigmund Rascher, quien realizaba experimentos con moribundos en Dachau, precisamente-; la otra búsqueda será finalmente la de un vengador, también con resonancias en la tradición del policial de cine y tevé, y antes, en la historieta. En este punto, hay mucho más realismo, incluso insufrible para cualquier sensibilidad. Y la suma de ambas vertientes narrativas, más las historias individuales, empezando por la de la jefa de la comisaría, Elsie Garten, crean un ambiente de tensión, donde los negocios turbios y el espionaje son el mar de fondo.

Es de esperar una segunda temporada, pero la primera termina con conflictos semi-resueltos, que podrían quedar así, como en la vida misma, o prolongarse, como en la vida.

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Netflix


jueves, 19 de agosto de 2021

"El Reino": Los nuevos monstruos

 


Lo diremos de entrada: esta serie argentina es de buen paño, pero peca de lo que ninguna serie se puede permitir en la era del streaming: un final de temporada abierto. O semiabierto: se puede dar por cerrada la historia, pero algunas piezas son jugadas en el último minuto para crear una expectativa, porque no encajan en el plan del mal, que es el que parece triunfar.

  El streaming cambió definitivamente la manera de mirar series. Ya venía en declive lo de esperarlas de un año para otro, a causa de los cierres decepcionantes o la salida de cartel por rating insuficiente, con las papas a medio cocinar. El streaming, con su superabundancia de series en paquetes (paquetes de varias temporadas) permitió que el espectador decida cómo y cuándo ve los capítulos: si los maratonea (en lenguaje de streaming esto es verlos uno detrás de otro en un maratón de fin de semana) o los dosifica. Con esto, el típico final con los protagonistas a merced del villano, torturados o dados por muertos no le crea expectativas ni al más pintado. Antes bien, fastidio. En una palabra: las series ya no son las sucesoras del folletín o novela por entregas. Son historias en fascículos encuadernados. De esa guisa, una historia que gana el favor del público crea mayor simpatía si cada temporada es unitaria y no hay que esperar hasta el año siguiente para ver con qué truco ingenioso el protagonista se libra de la muerte.

 "El Reino" es un producción de Netflix que interpretan actores reconocidos, como Diego Peretti, Mercedes Morán, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel y Chino Darín. Los cuales tropiezan con los problemas que a veces deparan los guiones argentinos: son literariamente convencionales y los actores no tienen más remedio que recitarlos, casi sin interpretarlos. Esto no sucede todo el tiempo, y sucede por angustiosos momentos en este caso. Fuera de eso, en "El Reino" todos convencen, especialmente Furriel y Duplaá, que son los más naturales, por decirlo de algún modo, en personajes moralmente opuestos. Y fuera de los problemas de lenguaje, la anécdota, que parece al comienzo descabellada, se hace verosímil: un pastor evangélico que decide participar de la política acepta una candidatura a vicepresidente por un partido conservador y se convierte en candidato a presidente, después de que su compañero de fórmula es asesinado. Para caracterizar este parto político extraño, e incluso trazar un paralelo histórico, el acápite de la serie cita más o menos una frase del teórico marxista Antonio Gramsci en relación con el fascismo: "El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en nacer. En ese claroscuro surgen los monstruos". El nuevo mundo tarda ya demasiado, y los monstruos son casi todos.

  De entrada, sabemos quién es el asesino. También sabemos que el crimen se origina en la penumbra de una iglesia evangélica. No sabemos el porqué. Mientras tanto, un hábil operador político teje los hilos de las cosas y una fiscal decente trata de destejerlos. Se encontrará enseguida con un conocido escollo: la corrupción y el ocultamiento -políticos y judiciales-, esa suerte de desmemoria que borra la historia a medida que se escribe. Un gran espíritu conspirativista fluye de ciertos costados del guión, pero ya sabemos que atribuir toda la maldad a los malos es un tic incurable del progresismo nacional. La iglesia del pastor candidato a su vez está construida no solo con las palabras de los discípulos de Cristo sino también con dólares que se amarrocan en sus propias paredes. Esto último, ¿puede pasar por siniestro en un país que convirtió masivamente la divisa estadounidense en su moneda de ahorro? Ninguna iglesia está a salvo del demonio de la inflación. Son detalles argumentales. La trama es buena, sostenida, bien creados los personajes. La fotografía tiene vistas muy buenas de Buenos Aires, el de Puerto Madero, la Villa 31, Recoleta y Pompeya. El de hoy. En ese sentido, esquiva el costumbrismo, otro tic del cine nac and pop en este país.


miércoles, 11 de agosto de 2021

"Vera": Una detective como tu abuela

 

La inspectora Vera Stanhope es en muchos puntos distinta, en algunos parecida y en uno, sobre todo, igual a la detective británica por antonomasia, Miss Marple, la anciana aficionada del pequeño pueblo imaginario de St. Mary Mead, que creó Agatha Christie en 1930. Vera es una policía profesional, mientras que Miss Marple es una amateur, ni siquiera una detective privada. Ambas actúan lejos de Londres, pero St. Mary Mead es un encantador pueblo de campiña británico, mientras que Vera se desplaza en una vieja camioneta Land Rover por los páramos ocres y las costas grises de Northumberland, en el norte de Inglaterra. Vera fue escrita por la novelista Ann Cleeves, que al igual que Agatha Christie se inspiró en una vecina de su familia. Vera y Miss Marple son las dos solteras, pero Vera es una obsesiva que ocupa sus noches con la continuación del trabajo del día, mientras que Miss Marple es aficionada al misterio como quien se aficionó a los crucigramas. Esto es que ha reemplazado el crochet por la investigación criminal. Vera es dura y malhumorada, lleva siempre el mismo piloto y el mismo sombrero para lluvia; Miss Marple es optimista y viste con cierta antigua y sencilla elegancia. Se parecen las dos en que ambas son, cada una a su manera, mujeres comunes, gente del vecindario. Razonan poniendo en marcha sus pequeños motores a explosión, no como cohetes, al estilo Holmes, sino más bien como Columbo. Son mandadas a hacer para ver las fallas en un encadenamiento en apariencia lógico, así como los buenos vecinos son capaces de detectar la mínima anormalidad en el barrio. Y sabemos que el camino de la pequeña anormalidad lleva a la anormalidad mayor en muchos casos. Son freudianas, antes que aristotélicas.

  El policial inglés tiene ya una una prosapia de mujeres detectives, más allá o más acá de su monumento histórico a la instancia detectivesca, Sherlock Holmes. A este par se podría agregar a Cassie Stuart, la detective de Unforgotten, otra mujer con aspecto y vida de mujer común que resuelve casos enterrados, literalmente, en el pasado.

   Flow archiva solo dos temporadas de "Vera", trasmitidas por Film & Arts. No son las primeras sino la sexta y la séptima de una lista de diez que se inició en 2011. Se trata de cuatro capítulos unitarios por temporada, cada uno de hora y media. Si para la muestra basta un botón, se puede decir que las historias de Vera son especialmente complicadas -además de que revelan el mundo criminalmente denso de los habitantes de Northumberland, y también su ingenio y su genio, ocultos tras apariencias ásperas-: las relaciones se propagan y se entremezclan aun en los parajes por momentos desiertos en los que emergen unas aisladas casas de piedra. Esto hace que el seguimiento de la trama requiera atención, de modo que no es recomendable seguirla bajo el efecto de una comida soporífera. 

  Además de los clásicos "páramos" británicos, y de las clásicas costas del Mar del Norte, Northumberland tiene paisajes muy verdes y hasta bosques. Ser dueño de una casa con buena vista en esa parte del condado es un privilegio. Pero allí también hay crimen, no originado precisamente en la ruda vida del campo.


martes, 3 de agosto de 2021

"Mortal" y "Zero": Hijos de inmigrantes, con poderes

 

Lleva ya décadas la orientación hacia el realismo -si se entiende este por verosimilitud- en la historia de los superhéroes. Sintetizando, el primer atisbo fue la creación de un héroe humano, Batman, que no tiene poderes sino extraordinarias habilidades. La empresa DC Comics necesitó disponer de él como contracara de Superman, que no es humano en verdad, sino kryptoniano, aunque encarne la imagen mitológica del superhombre. Es probable que la DC haya advertido una ligera disconformidad o necesidad del público en identificarse o admirar a un humano capaz de valerse por sí mismo; por ejemplo, de casi volar gracias a su entrenamiento y a la tecnología, a la par de Superman, dotado de facultades extra-humanas, aunque con el idealizado rostro de un habitante de la Tierra. Luego vinieron los inconvenientes que los superhéroes de la empresa Marvel causaban a la comunidad a cambio de librarla de supervillanos: derrumbes, destrucción de autos y otros medios de transporte, entre muchos desastres. Esto sin contar en que hacían justicia por sus manos. Es decir, estaban todos fuera de la ley. Marvel inventó superhéroes que cargan conflictivamente con sus poderes y algunos son pobres o marginales, como Lucas Cage y Jessica Jones. Por su parte, la DC creó "Black Lightning", cuyo protagonista es un negro de poder eléctrico en un barrio de Nueva Orleans, que se resiste a volver a vestirse de superhéroe (está disponible la cuarta temporada). Ahora ha llegado el turno de los marginales y de los adolescentes de los suburbios europeos. Chicos que se las ven negras luego de ser dotados con poderes extraordinarios por fuerzas oscuras.

  "Mortal" y "Zero" son series que pretenden ubicar en los escenarios del streaming la realidad de los barrios de inmigrantes africanos. "Mortal" es francesa y la protagonizan adolescentes de un barrio de monobloques. "Zero" tiene como protagonistas a hijos de inmigrantes negros del conurbano de Milán. Las diferencias entre una y otra son varias, y argumentales: en "Mortal" el motor de la acción es una venganza; en "Zero" la defensa del barrio ante la voracidad inmobiliaria. Pero el común denominador es que los poderes parecen llegar desde el mundo sobrenatural. En "Mortal"se trata de la intervención directa de un dios o demonio que incita al asesinato. En "Zero" parece más bien que el poder del protagonista viene de cuna, aunque ronda por ahí un personaje al que llaman la Virgen que parece saber algo más. Y controlar algo.

  "Zero" tiene un clima general más liviano, optimista. Omar es un repartidor de pizzas que dibuja comics en sus ratos libres y sueña convertirse en dibujante profesional. Pero su destino será otro: de pronto, se hace invisible. La idea -en algún momento se la formula expresamente- es que todos los habitantes de los barrios pobres son seres invisibles. Pero también los espíritus lo son. Omar es obligado casi a punta de pistola a sumarse a la banda redentora de Shariff, que defiende el barrio de las presiones a que lo someten los intereses inmobiliarios. También hay intereses de este tipo en "Black Lightning", tal vez por la percepción universal de que los grandes negocios de la construcción son una de las tres o cuatro actividades más importantes en el mundo actual, incluso por su vinculación con el lavado de dinero. La prensa europea ha señalado que "Zero" es demasiado liviana para ser social o demasiado pueril para ser fantástica. Quizá el propósito fue ese: una especie de cuento de hadas en un barrio pobre de Milán. Otro milagro en Milán. Hasta cierto punto resulta, porque la primera temporada es llevadera.

  En "Mortal"el ambiente está entre un comic de ciencia ficción y uno de terror estándar. Sobre todo por la manera en que se presenta el demonio vudú que decide la suerte de los chicos: con anteojos que emiten luz roja. Hay algo más turbio y algo más violento en lo real y lo sobrenatural, aquí. Hay pesada vida cotidiana, hay pandillas, crímenes, un chico blanco al que le hacen bullying porque se ha intentado suicidar; hay fantasmas y una chamana. El poder de los protagonistas viene del lado oscuro del otro mundo y su finalidad no puede menor que ser diabólica, pero tiene su fascinación, como todo lo que ofrece el diablo.

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Netflix