sábado, 24 de septiembre de 2022

"Professor T": Cada cosa en su lugar, sobre todo los crímenes



Cuando se anunció que TNT estrenaría acá la versión inglesa de "Professor T" (2021), la crítica rápidamente recordó los casos de detectives clásicos neuróticos, empezando por Sherlock Holmes, quien era un adicto depresivo, etc. (los detectives yanquis en general son alcohólicos). Sin embargo, los detectives con fuertes rasgos de trastornos mentales serios son más modernos. Mayormente padecen alguna forma de autismo. Hay dos series vigentes en los servicios de streaming que pueden servir de ejemplos: la finlandesa Sorjonen (2016-2020) y la franco-belga Astrid et Raphaëlle (2019). La versión original de "Professor T" es belga (2015-2018) y tiene versiones en distintos países, todas escritas por su guionista y padre tutor, Paul Piedfort. La versión inglesa calza como un guante en la figura del actor Ben Miller. De lejos, Jasper Tempest es simplemente un atildado conservador (culturalmente hablando), pero de cerca es un maníaco obsesivo que no sale a la calle sin traje con chaleco y guantes de látex. Cuando entra a su oficina de profesor de criminología de la Universidad de Cambridge ordena sobre su escritorio -o ya encuentra ordenadas, pero siempre hay un detalle para un obseso- sus colecciones de casquillos de bala, muestras de sangre y otras menudencias forenses, hasta que todo parece que no fue tocado jamás por mano humana, sino dispuesto para la eternidad por un dios amante de la simetría.
  
  La mente del profesor, obsesiva en la vida corriente, salta y caza sin embargo en territorios inesperados, desde el punto de vista de un ser "normal". Tempest practica con sus alumnos el diálogo socrático para adiéstralos en el salto sin garrocha a través de los datos que proporcionan los hechos criminales. Sólo un maniaco del orden puede arriesgarse con absoluta seguridad en exploraciones mentales que para los mortales son tan audaces. El caos desafía su mente, la falta de una lógica orientadora es intolerable para Tempest, como la suciedad y la trasgresión de un orden regular e inmutable. Los obsesivos son por esto grandes metafísicos y grandes pensadores. La luz y necesidad de una razón final los guía.

  Como gran parte de los obsesivos compulsivos, Tempest no mide sus palabras; es también inesperado en la conversación ordinaria, pero apenas consciente de la falta de simpatía que trasmite y, a veces, de su brutalidad en las respuestas personales: aplica en la vida el máximo rigor de juicio, sin parar en mientes, porque es el primero que se castiga cuando comete un error. Le dicen que ha tenido en parte razón y él responde: "Tener en parte razón es para mí un fracaso imperdonable".
  
  Habida cuenta de su genio, sus métodos de enseñanza son suavemente cuestionados por su superior universitario, tan atildado, por otra parte, y tradicionalmente inglés como él. El colmo ha sido que dejara a sus alumnos en el paraninfo de la Universidad, durante toda la hora de clase, con la consigna de no desviar la mirada de un pez en una pecera. Podría haber alegado únicamente que fue un recurso para salir del aula y ocuparse en una actividad paralela: la de asesor policial. A ese punto lo ha llevado una ex alumna, la policía Lisa Donckers, después de que reaparece un violador serial en los claustros, durante la celebración de la fiesta de máscaras y fuegos artificiales de la noche de brujas.
 
  La contraparte de la vida inmaculada de Tempest es su propia madre, una extravagante y adinerada pintora que no logra vender sus cuadros, cuyo leit motiv es su pequeño perro de ojos saltones. Madre e hijo han decidido volver a la vieja y abandonada mansión familiar, y desde ese momento el caos acecha al profesor desde el ala de la casa que ocupa su madre.

  Ben Miller ha hecho un papel similar en las dos primeras temporadas de la serie "Death in Paradise", estrenada en 2011 y a esta altura un clásico que continúa todos los años en el Reino Unido, con un promedio de ocho millones de espectadores. Allí era un investigador enviado a una colonia sucesivamente francesa y británica en el Caribe, la ficticia Isla de Saint-Marie (en la realidad, Isla Guadalupe). El extravagante en aquel escenario era él, con traje y portafolio bajo el sol tropical, conviviendo con el sudor y una simpática lagartija verde aquerenciada en su cabaña.

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TNT/Flow


jueves, 15 de septiembre de 2022

"Good Omens": El fin del mundo está al caer

 

"Good Omens" (2019) provee seis capítulos de muy buen humor relacionado con el Armagedón, esto es, el fin del mundo, ya que casi toda la humanidad será borrada de la tierra durante el gran combate del Cielo y el Infierno. El humor irónico que preside la serie es el inglés, de vieja estirpe. El relato se basa en la novela "Good Omens: The Nice and Accurate Prophecies of Agnes Nutter, Witch" (1990), que viene a ser: "Buenos presagios: las agradables y precisas profecías de Agnes Nutter, bruja", de Neil Gaiman y Terry Pratchett. Gaiman ha escrito asimismo el libro para la serie, que iba a ser, hace mucho, una película. Gran parte del éxito que tuvo la serie en Europa se basa en el profesionalismo de dos actores curtidos en teatro: Michael Sheen y David Tennant, que intepretaron en sus profusas carreras desde personajes de Shakespeare y Chejov, incluido Hamlet, hasta los de Bertolt Brecht. Tennant fue asimismo el Doctor Who más duradero de la recuperada serie de los años 50, una reliquia a la que ingleses jóvenes y maduros, como asimismo espectadores de otros puntos del vasto planeta, guardan en sus corazones.

"Good Omens", coproducida por la British Broadcasting Corporation (BBC) y la estadounidense Amazon Prime Video, se trata en verdad de los personajes que ellos interpretan: el ángel Azirafel, encargado de custodiar el árbol del pecado en el Edén con una espada flamígera, la cual, por caridad, la entrega a Adán y Eva cuando son expulsados al horrible desierto, y Crowley, el demonio serpiente que tentó a Eva, quien a su vez indujo al pecado a su compañero, Adán. Azirafel y Crowley habitan el mundo humano desde entonces, esto es varios miles de años, y cada uno de ellos ha desarrollado cierto gusto por lo que la humanidad puede ofrecer: el ángel es adicto al sushi y las buenas lecturas; la serpiente, un poco playboy, tiene otros gustos, que incluyen el whisky y los viejos autos Bentley. Un presagio, inscrito tanto en la Biblia cuanto en el libro de las profecías de una bruja muy exacta, Agnes Nutter, la Chiflada, los une, porque el Armagedón, el combate final aludido por los profetas y por el libro del Apocalipsis, es inminente. Solo que con algunos sobresaltos. Para el fatal encuentro se entrena el ángel Gabriel en ropa de jogging. Es, además, el encargado de supervisar a Azirafel en la tierra. Ni él ni los demonios quieren que el gran espectáculo se suspenda. Pero Azirafel y Crowley no sienten necesidad alguna de suprimir en la faz del mundo una humanidad pecadora y miserable, pero también creadora de una civilización que les resulta muy agradable. Azirafel deberá reportarse ante el Cielo, cuya sede, a los efectos prácticos, está situada en un edificio vidriado desde el que se ve, como quien no quiere la cosa, un paisaje urbano que parece el de París. Crowley responde ante Belcebú, la demonio en torno a cuyo rostro revolotean las moscas, quien de continuo envía a dos diablos repugnantes, Hastur y Ligur, a acosarlo.

Hay un problema de base para los planes trazados acaso por el Creador: el Anticristo fue llevado a un convento al nacer, y allí debía ser cambiado por otro bebé, hijo recién nacido de una figura económica y políticamente prominente. Sucede que el mismo día da a luz en el convento una pareja muy corriente, y las equivocaciones de las monjas llevan a que el Anticristo sea canjeado por el bebé del humilde matrimonio, que le da una crianza distinta a la que se esperaba. Cuando llega el día del decimoprimer cumpleaños del Anticristo, fijado para que estalle el Armagedón, ocurren otras cosas imprevistas.

Una serie de personajes laterales influyen en los acontecimientos: Anatema Device, descendiente de Nutter, la Chiflada, y heredera de sus profecías, se cruza en su camino con Newton Pulsifer, vástago lejano de No Cometerás Adulterio Pulsifer, un cazador de brujas legendario que precisamente llevó a Agnes a la hoguera. Intervienen más personajes, entre ellos "el último cazador de brujas", Mr. Shadwell, enamorado de una psíquica, Madame Tracy. Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis han sido ya reclutados, son motoqueros que encarnan la Guerra, el Hambre, la Muerte y la Polución (que reemplaza a la Peste, porque incluso los mitos deben adaptarse a los tiempos). Benedict Cumberbatch  hará una breve irrupción como Satán, pero está irreconocible, como corresponde.

¿Se detendrá el Armagedón, que ansían tanto los demonios cuanto los ángeles, cual equipos de fútbol dispuestos a masacrarse por la victoria? ¿Y cómo se librarán Azirafel y Crowley del castigo, en caso de que el match de fondo fracase? Todo será respondido en el sexto día. O sea, el último capítulo de la serie.

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Amazon Prime