sábado, 1 de agosto de 2020

"Guardaespaldas": ¿Qué llevás ahí?


¡Ah la vieja Inglaterra con sus trenes, poco más o menos modernizados, y sus estaciones de tren, quizá iguales desde hace un siglo! Y su padre joven y separado que vuelve a Londres con sus hijos un domingo a la tarde... La rutina y el peso de la historia que converge sobre una vida que bien podría adormilarse en el tren...

  La mirada del joven padre está atenta sin embargo a la captación de infinidad de detalles. Sobre el andén un hombre quita el chip de su celular y tira el aparato a un tacho de basura. En el tren, una mujer forcejea con la puerta del baño. ¿Por qué debería interesar eso a un joven padre que regresa a Londres con sus chicos después de una visita a los abuelos? Pronto lo sabremos. El joven padre con cara de agradable muchacho se revela como un veterano de guerra. Y en el baño del tren hay un motivo no ya de inquietud sino de franco terror.

   Cuando el pavoroso momento pasa y el joven padre está por fin en Londres, su jefa le informa que lo ha promovido en el trabajo: será el guardaespaldas personal de la ministra del Interior. El joven se llama David Budd y lo interpreta un muy buen actor, Richard Madden, capaz de pasar del rostro amable del muchacho del tren, y su disuasivo acento escocés, a la pétrea imagen de tipo Arnold Schwarzenegger, con su cable en la oreja, no bien se presenta ante la ministra Julia Montague (Keeley Hawes), una discreta y atractiva mujer madura con la que no podrá compartir ideas, pero sí la almohada.

  "Guardaespaldas" ("Bodyguard") produjo en 2018 el pico más alto de audiencia en el Reino Unido, después del Mundial de Fútbol, con casi 11 millones de espectadores para su capítulo final. Es una tremebunda serie de espionaje interno escrita por Jed Mercurio, creador de la también exitosa -aunque menos- "Line of Duty". Este es un tipo que sabe complicar la trama hasta abrumar de sospechas al espectador, sin que caiga el ritmo, que al final será vibrante. Habrá una increíble pero perfectamente aceptable escena a la que es arrojado el joven guardaespaldas, a esa altura un héroe con altas probabilidades de convertirse en mártir.

  La delincuencia común y el terrorismo son las principales acechanzas de la ministra conservadora que intenta que sea aprobada una ley para recopilar datos de la actividad de los usuarios en la internet. El único punto flojo del argumento es si una ley de esta naturaleza puede desatar una ola tal de violencia y conjuras. Mas supongamos que en Londres sí. A cierta altura del drama, uno sospecha hasta de su sombra, como se suele decir. La propia ministra conspira. Se termina  aceptando como probable que la política en cualquier país dé para tanto, aun cuando los conmilitones de la ministra, que a su vez conspiran contra ella, declaren a la policía: "Nunca intentamos matarla, somos políticos, no asesinos"... En fin.


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