viernes, 9 de julio de 2021

"Line of Duty": Demasiadas sombras de sospecha



  Una hora frente a tres interrogadores, en el recinto neutro de una oficina estándar, puede desmontar toda previsibilidad y demoler la vida de un hombre o de una mujer. Quizá 30 por ciento de "Line of duty" (2012-2020) -título cuya traducción literal es cumplimiento del deber- sucede en esos ámbitos. Un interrogatorio puede durar unos diez o quince minutos reales, dentro de capítulos de 58 a 60 minutos, en los que el equipo de investigación de la AC (unidad anti-corrupción) de la policía inglesa en una ciudad imaginaria acorrala o pretende acorralar, para resultar a veces acorralado, a los culpables de corrupción o faltas graves en el cumplimiento del deber. Proceden, cuando logran llevarlos a su mesa de interrogación, con el método conocido en la Argentina como "carpetazo". Se reduce este a reunir información de archivo e información directa y armar con ella un sistema de relaciones que apunta a la culpabilidad del interrogado. ¿Suena a algo? Sí. Conocemos el método. Los ingleses lo llevan adelante con muy estudiados protocolos, para usar una palabra que también nos gusta mucho: recitan a cada paso los artículos de las leyes que les permiten realizar tales o cuales preguntas y  averiguaciones. Mantienen además un tono impersonal, a veces ligeramente alterado por una ironía, y las preguntas solo pueden formularlas los oficiales de rango igual o mayor al interrogado, por lo cual muchas veces los otros detectives operan como asistentes que despliegan las pruebas en lo que llamamos filminas, o en fotocopias o en grabaciones de voz que no son podcast, claro.

  El arte, si no la ciencia, ha demostrado que sucesos cercanos pueden no tener una relación directa, y de hecho no tener mayor relación que el pertenecer a universos distintos que se mueven con el universo general en una dirección que ignoramos. En un cuadro de William Merritt Chase las mujeres pueden conversar en la playa bajo sus sombrillas, mientras los tripulantes de los veleros que recorren la línea del horizonte están ocupados seguramente en sus maniobras de navegación y no tienen tiempo, ni la distancia los favorece, para distraerse en la contemplación de las mujeres. En un cuadro de Claudio de Lorena pueden verse muchas personas en un embarcadero, solas o en grupos, y cada una está ocupada en su propia actividad, como suele ocurrir en la vida en tales circunstancias. Viven momentos distintos y solo algunas parecen conocerse entre sí. Mientras esto sucede, cae el sol en el horizonte, imponiendo un matiz rojizo a casi todo, pero nadie mira el espectáculo del ocaso y ese color es lo único que relaciona personas y cosas, sin que a nadie le importe. Más significativo en este sentido es el cuadro del maestro Pieter Brueghel, el Viejo, que comentó W.H. Auden en su poema "Musée des Beaux Arts": la mitológica caída de Ícaro ocupa solo un rincón de esa tela, mientras que un labrador en su arado, un pastor, alguien sentado en la costa y los tripulantes de dos barcos que se alejan no parecen conmoverse, ni siquiera ver, la tragedia del joven que quiso volar hasta el Sol. Ni hablar del resto de la naturaleza. Y ya que hablamos de naturaleza: en las pinturas de bodegón, llamadas naturalezas muertas, el pintor decididamente agrupa objetos a los que se debería reconocer una relación: suelen ser frutos o verduras, a veces pescados y carnes. Sin embargo, tienen cara de pose, como si los hubieran sacado de un ensimismamiento en el que no tenían cabida los otros, por más que compartieran un destino y se encontraran en el mismo ámbito. 

  Es fácil ver cómo todo carpetazo puede ser armado como un sentido, y es fácil también que se desmorone por una única y concluyente prueba en contrario, como sucede a veces en "Line of duty", especialmente en la quinta temporada. Mientras tanto, el superintendente Ted Hastings y sus detectives logran reducir la corrupción, pero a veces grandes elefantes desfilan ante sus ojos sin que los vean. Y otras veces hay inocentes de un crimen que van a parar a la cárcel por otros, que no cometieron. Hastings se llama como el primer éxito de los normandos en Inglaterra en el siglo XI (él mismo dice "igual que la batalla"). Carga con una derrota. Es sin embargo irlandés y católico, pero ha nacido en Irlanda del Norte, de mayoría protestante. Ha sufrido discriminación y pidió por eso el pase a otra ciudad. Es incorruptible y obsesivo en la limpieza de la corrupción, monógamo y conservador,  de corazón noble y hasta ingenuo. Sus ayudantes, en particular los detectives Steve Arnott y Kate Fleming, no comparten todos su rasgos de conducta. Otros agentes, infiltrados entre los corruptos, terminan del otro lado de la línea, o en un difícil equilibrio sobre ella. Hay también corruptos entre los incorruptibles. Las cosas suelen desembocar en escenas de acción y tiroteos.

  El autor y guionista Jed Mercurio seguramente decidió que el escenario general fuese, en la ficción, el de una ciudad que no se nombra (la primera temporada fue grabada en Birmingham, las siguientes en Belfast), porque la gran pregunta de la serie -aquí vamos por la quinta temporada- es hasta dónde llega la corrupción y cómo sobrevivir a un poder que infiltra agentes corruptos entre los que deben investigarlos. También uno puede preguntarse si esta especie de Inquisición -dirigida a conservar la pureza interna, como la Inquisición histórica- puede ser realmente sana y obtener resultados legítimos, expuesta a ser corrompida ella misma y proclive a establecer relaciones que conducen solo a realidades aparentes. Falta, como personaje, el gran intuitivo. El catador humano de la verdad, que sabe casi siempre si alguien es honesto con solo semblantearlo. Es un complemento falible, pero útil en toda investigación. Puritanos o suspicaces, los investigadores parecen creer siempre que están enfrentando al diablo. Y solo quieren demostrar que no se equivocan. 

  Ahora bien: los presuntos hechos de corrupción suelen estar relacionados con las investigaciones de otros crímenes, y los detectives de la AC 12 se ven obligados a realizar su propia pesquisa en paralelo. Esto puede llevar a otras investigaciones igualmente corruptas. Se arma así una red muy grande que involucra a autoridades políticas cuanto policiales, de modo que finalmente uno se pregunta si del Estado sobrevive algún fragmento no corrupto y si la corrupción ha dejado de ser un accidente frecuente para convertirse en el lubricante del sistema político. Lo cual convertiría la honestidad en una delgada máscara, a la vez que daría el mejor argumento -la predicación con el mal ejemplo- para que el ciudadano de a pie delinca a sus anchas. Esto supone que ejercer el poder sería tener la primacía entre bandas organizadas o eventuales. Y la vida estaría pendiente de un delgado hilo legal que en cualquier momento podría enredarse o convertirse en la soga del ahorcado. ¿Será que estamos en ese punto?

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