martes, 30 de noviembre de 2021

"Elfos": ¿Qué elfos?

 


Si vas a mostrar una isla que encierra misterios, sean o no sobrenaturales, debes tener en cuenta una cosa, hijo mío: las islas misteriosas tienen una larga tradición literaria y siembran de por si un presentimiento maravilloso, en el buen o en el mal sentido. Empieza con la Odisea. 

Las islas han encerrado y encubierto, desde los tiempos homéricos, en primer lugar monstruos y hechiceras; luego caníbales (Defoe); enanos o sabios locos (Swift); tesoros (Stevenson); experimentos siniestros (H.G. Wells, Adolfo Bioy Casares); por último, dinosaurios... vivos (primero Conan Doyle, luego Spielberg).

Con "Elfos" los autores daneses han querido retomar el camino de los monstruos. Imaginaron una isla en la que existieran seres mitológicos y eligieron los que ya se nombran desde el título. Tropiezan aquí con otro antecedente ilustre: J.R.R. Tolkien y sus elfos bellos y de afiladas orejas. No somos expertos en mitologías germanas, pero las mitologías germanas, por lo que sabemos, no abundan en detalles sobre los elfos. Las menciones escasas permiten imaginar duendes, en el peor de los casos, no malignos.

¿A qué viene todo esto? A que la carta fuerte de una serie con elfos debería ser la revelación de los elfos. Spielberg comprendió que si una isla perdida está poblada de dinosaurios, estos deben verse a la larga. Más aun: el espectador está esperando verlos. De manera que fabricó unos dinosaurios y escenas con dinosaurios inolvidables para los chicos de aquel entonces, hoy adultos. En "Elfos" tenemos que la revelación de los elfos es francamente decepcionante, digna de una película de terror clase B de la década de los 50, y curiosamente alejada de la tradición nórdica. El bebé elfo, que es el primero en aparecer, está bien hecho, pero no es más que otro muñeco animado de la estirpe de los gremlins. Estamos hablando de dinosaurios y de tiernos animalitos que pueden devenir monstruos. Fueron creados -y bien- hace casi 30 años, unos, y cerca de 40 años los otros. 

"Elfos" logra cierto clima en los dos primeros de sus seis capítulos. Luego comienza la expectativa de ver a los seres confinados detrás de una pared electrificada de chapas y alambre. Y también empiezan las incongruencias: en la isla  vive un puñado de aldeanos acaudillados por una vieja matriarca. Ellos construyeron la cerca. No se entiende cómo lo hicieron sin que ninguna autoridad se enterarse. Tampoco se sabe por qué permanecen en la isla custodiando esa prisión élfica. Cuando llega la familia protagonista, parece que no fuera la primera que decidió pasar unos días de vacaciones en un lugar apartado. Sin embargo, las noticias sobre la cerca y lo que encierra nunca llegaron al continente, aunque hay un ferry que realiza viajes regulares a la isla.

Son seis capítulos breves. En el cuarto uno ya está harto. Sobre todo, de lo destemplado del relato: ni comedia ni terror, ni misterio ni suspenso. Es todo muy precario, excepto el pequeño elfo, que podría en realidad jugar mejor en un cuento de hadas para niños. 

Netflix la enlista entre sus programas más "populares".


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