miércoles, 31 de marzo de 2021

"Los irregulares": Sherlock Holmes se revuelve en su tumba

 


"Los irregulares" (2021), producción británica de Rebecca Hodgson y Drama Republic, es una reubicación en la historia del "escuadrón de irregulares de Baker Street", como llamaba Sherlock Holmes a una banda de chicos de la calle ("pilluelos", en la traducciones españolas), a los que enviaba en busca de datos a los callejones, tabernas y establos de Londres. La existencia de estos "pilluelos" era, tal vez, un consciente o inconsciente homenaje a "Oliver Twist", la novela de Charles Dickens sobre el huérfano que se une a una pandilla de ladrones infantiles. El mismo afecto de Dickens por los personajes de su novela parecía traducir Conan Doyle en las ocasionales apariciones de "los irregulares", provenientes de la misma sordidez. De manera que no había desprecio ni discriminación del autor por los ayudantes de su personaje principal.

  Mucha crítica se ha entusiasmado sin embargo con el aspecto "inclusivo", e incluso revanchista que creen ver en este abuso cometido contra las historias de Sherlock Holmes. Primero porque los chicos son los que realmente resuelven los casos, y segundo porque hay entre ellos rasgos africanos y orientales. Mas no se turbe vuestro corazón. En la pandilla termina integrándose nada menos que Leopold, duque de Clarence, el octavo de los nueve hijos de la reina Victoria y del príncipe Alberto de Sajonia. Padecía hemofilia, y se lo mantenía lejos de la calle, como en esta serie. Pero Leopold solía salir de noche. Algunos creyeron que frecuentaba burdeles bisexuales. Aquí parece un émulo de otro personaje novelesco, Eduardo Tudor, de "El príncipe y el mendigo", de Mark Twain, que quiso conocer la pobreza y cambió su lugar en el palacio con el de un joven miserable, tan parecido a él como una gota de agua a otra.

  No hay solo inclusión policlasista, en todo caso, sino también revancha. El doctor Watson, que aquí es negro, trasunta desprecio por los pequeños a los que contrata, entre ellos, una nena con poderes sobrenaturales. ¿Tal vez el libretista sintió, con mucho esfuerzo, que Watson tenía esa soberbia aristocrática? Y antes de que todo se precipite por lo sobrenatural, que en ese sentido es tan obvio que uno duda de que pueda serlo tanto, tendremos oportunidad de ver que el genio de Baker Street está reducido a un adicto destruido, cuya inteligencia ya no funciona, y que inspira desprecio por sus acciones personales pasadas, después de que cerró su último caso.

  La vena sobrenatural es la  vena principal. Algo que no tiene nada que ver con el espíritu de las historias de la serie de Sherlock Holmes, de Conan Doyle, donde rara vez se insinúa un hecho fantástico, que luego tiene explicación racional. Esto, pese a que Doyle era espiritista y creía en las hadas. La historia sobrenatural, aquí, es una mezcla de historia demoníaca con el tópico "mundos paralelos" de la ciencia ficción. A mi juicio, casi un mamarracho. Si no hubiese apelado a la memoria de Holmes y de los irregulares de Baker Street para sumergirlos en un clima medio gótico y medio dickensiano, la historia hubiese funcionado mejor, o por lo menos igual. Prueba tal vez de que la productora Rebecca Hodgson o el libretista Tom Bidwel tenían algo personal con Sherlock Holmes. Incluso con la simpática señora Hudson, que alquilaba habitaciones a Sherlock y Watson, convertida en una despiadada rentista, dueña de un gran número de propiedades en Londres. Hasta la "Aurora Dorada", organización secreta a la que perteneció Doyle, y de la que no hay registro de que haya hecho mal a nadie, aquí es siniestra.

  Un lugar común de las series ambientadas en Londres a fines del siglo XIX es mostrarla sucia, decrépita, sórdida hasta la náusea. "Los irregulares" no se priva de hacerlo.

  No es de esas series que uno quiera devorar. De todos modos lo hice, hinchando siempre por Sherlock Holmes. Sin suerte.    

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