lunes, 15 de marzo de 2021

"Capitani": Danza con lobos

 


¡Vamos Luxemburgo! El pequeño reino parlamentario rodeado por la Europa latina y la germana también tiene su nordic noir. Y es un nordic hecho y derecho: como buen representante de este subgénero, tiene un pueblo pegado a un gran bosque, el de las Ardenas; un inspector que viene de la capital; unos habitantes que tienden a mentir; una comisaría con agentes ingenuos y un crimen en el bosque.

  Para hacer un policial de Agatha Christie se necesitaban un espacio cerrado -"Expreso Oriente", "Diez negritos", "Asesinato en el Nilo"- y un detective metódico y elegante, aunque un poco obeso, que tira los hilos ocultos hasta poner en la luz las relaciones del grupo. El nordic necesita, antes que nada, un bosque. Con él se pueden hacer muchas cosas, incluso un buen policial, como en este caso. 

  "Capitani (2019)", ya lo sabrán, es la primera serie policial luxemburguesa, sobre libro de Thierry Faber. Y puede estar en la lista de los mejores policiales del norte de Europa, aunque Luxemburgo está relativamente cerca de París. Capitani es un inspector que anda siempre en camiseta, la que a veces cubre con el chaleco de seguridad naranja o el chaleco antibalas. Ha sido enviado a un pueblo en el que apareció una chica muerta y desapareció su hermana gemela. En el pueblo hay religiosidad y también pecado, un hombre con debilidad mental, que no conviene que hable, y franca resistencia a ayudar al policía descontracturado de la ciudad capital. Este, a su vez, encuentra -además de la sordidez general- su propio pasado en la posada de este pueblo que en gran parte vive del bosque.

  No hay leyenda aquí, ni folklore, nada sobrenatural. Solo un misterio triste, cuya resolución es muy ardua, porque todos mienten.

  En el bosque se han corrompido los mitos. Hay un lobo, y una chica con abrigo rojo llega una noche a una cabaña que se supone cerrada y vacía. Fue refugio de algunos monjes que quisieron vivir y trabajar en comunión con la naturaleza. La chica no es Caperucita, pero lo  parece. El lobo tendrá otras formas. Mientras tanto el lobo real, que asola al pueblo, es perseguido por un alcalde destituido, que alarma a todos con el eco de sus disparos en la fronda. En el medio del bosque también hay un campamento militar de entrenamiento. Eso Perrault no pudo imaginarlo.

  El ritmo es bueno, los capìtulos cortos -más o menos media hora- y el misterio interesa, no tanto por saber quién es el asesino sino para entender por qué la gente quiere y no quiere saber quién es.  

 Pero Capitani no quiere lo que otros quieren ni quiere que lo quieran. Es severísimo con su ayudante, la agente Elsa, que pretende seguir la rutina como si nada hubiese pasado. Capitani en cambio trabaja contra reloj, día y noche, y aunque imita a los detectives yanquis que corren por la mañana y llenan sus paredes de fotos, recortes y flechas, es más bien nórdico en su tenacidad. Y un poco francés, incluso, por lo negligé. También tiene su honor profesional, porque pone en juego su carrera para llegar al fondo del asunto.

    Bien por Luxemburgo.

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