domingo, 29 de noviembre de 2020

"Los favoritos de Midas": Ni amor ni anarquía

 


Seguramente el miedo a una conjura cósmica del anarquismo dominaba muchas mentes a comienzos del siglo XX. Al punto de que el reconocido socialista Jack London escribió un relato policial ambientado en Los Ángeles y publicado en 1901 en el Pearson’s Magazine, en el que el mano derecha de un potentado del transporte hereda un trust -el de los tranvías- y de inmediato comienza a recibir mensajes prolijamente ensobrados y redactados con la formal cortesía de negocios del siglo XIX, en los que se lo intima a entregar una gran suma de dinero a cambio de que no muera una persona inocente. El planteo es diabólico. Los que firman se llaman a sí mismos "the Minions of Midas” (esbirros o servidores o sicarios de Midas). Y se declaran anarquistas. Jorge Luis Borges tradujo el cuento en 1934, para un suplemento del diario Crítica, como  "Las muertes eslabonadas". En 1951 lo incluyó como "Las muertes concéntricas" en la antología "Los mejores cuentos policiales", que seleccionó con Adolfo Bioy Casares. La ola de temor sagrado acerca de la inteligencia diabólica de los anarquistas y su organización secreta probablemente fue tal que en 1908 G. K. Chesterton publicó su famosa "El hombre que fue Jueves". 

  Ahora bien: London era socialista, marxista, pero también americano. Comprendió los fundamentos de una acción como la que plantea su relato y los expuso detalladamente en las cartas de los extorsionadores. Esos fundamentos son los criterios sociales básicos del marxismo que él compartía, aderezados con una confianza poderosa en la inteligencia de los que inevitablemente debían vencer porque eran más aptos. Como se señaló más de una vez: un marxismo entrelazado con darwinismo social. London no disimuló sin embargo la monstruosidad del método (un método imaginario, aclaremos: no tenía nada que ver con la acción real del anarquismo). Y dejó los últimos calificativos en boca del extorsionado. 

  La serie española "Los favoritos de Midas" (2020) adapta el relato a una Madrid actual e imaginaria, no posapocalíptica, como ahora se usa decir, sino en todo caso pre-apocalíptica, sacudida por rebeliones callejeras que llevan la situación a un estado de guerra interna. El heredero lo es de un emporio mediático del que se empeña en mantener el viejo diario en papel, un lastre ya, desde el punto de vista económicoEl estilo cortés anacrónico de las cartas amenazantes se mantiene, pero no el contenido. Los fundamentos marxistas de los sicarios desaparecen, sólo sobrevive su espíritu darwinista y autoconfiado. El  poder de la secta ha aumentado muchísimo. Prácticamente puede hacer cualquier cosa que se proponga avisando con diez minutos de antelación. Un policía comprende finalmente por dónde viene el hilo, pero se jubila. El extorsionado entiende asimismo, o parece entender, por qué la organización secreta se llama de los favoritos, no de los sicarios ni de los esbirros del rey mitológico que todo lo convertía en oro. En esta serie de seis capítulos la revelación del misterio interesa tanto como personajes y ambientes. Y habrá revelación. Por si alguien no la entiende, se abrieron algunos sitios de internet que explican el final.

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Adaptación de Matero Gil y Miguel Barros. Producción Nostromos Pictures y Netflix



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