sábado, 27 de agosto de 2022

"Crossbones": Barbanegra no ha muerto

 


Para admirar una serie como "Crossbones" (2014) hay que olvidar cualquier idea que se tenga acerca del aspecto de Edward Thatch, Barbanegra, el pirata por excelencia cuya imagen -cierta o aproximada- se convirtió en representación simbólica de los sueños de la piratería, una suerte de manifiesto cultural. Aunque tal vez se pueda ver esta versión como la cumbre sublime de esos sueños.

  El pirata que aquí interpreta John Malcovich es refinado, amante de cierto barroquismo mobiliario, enamorado de una mujer de gran inteligencia que no comparte la cama con él, insomne, acosado por fantasmas, neurótico, un semidios o semi demonio cuya autoridad es poco menos que mágica en una isla desconocida para casi todos en el mundo occidental, llamada Nueva Compañía. Para llegar a este personaje, Neil Cross, el creador de la serie, debió recurrir a un truco que convierte su relato en una ucronía: Thatch, que se había hecho hacendado en Carolina del Sur, y seguía ejerciendo la piratería con la complicidad del gobernador de esa colonia inglesa, no murió frente a la isla de Ocracoke, en Carolina del Norte, baleado y decapitado en su barco por los hombres de Robert Maynard, financiados por el gobernador de Virginia, Alexander Spotswood. Tampoco fue Maynard su ejecutor, sino el imaginario William Jagger, gobernador de Jamaica, quien creyó tener su cabeza entre las manos, pero era la de otro, y ahora persigue al fantasma de Barbanegra por todo el Caribe.

  Así como la muerte de Thatch no fue tal en la serie, su aspecto pudo ser otro. Si alguien se imagina al pirata como se lo describió en su época, espadas en mano, con una casaca roja, seis pistolas sobre el pecho y algunas mechas de cañón encendidas, colgadas de su barba y de su sombrero aludo, aquí se encontrará con un hombre que casi siempre viste pijamas amplios, casaca clara con bordados de flores y túnicas orientales, caviloso y descalzo, en una típica mansión española del Nuevo Mundo. Está rodeado de aparatos mecánicos, relojes e incluso un cadáver de cera despellejado. Es anatomista y aficionado a las ciencias, conoce la existencia de un nuevo instrumento, una especie de astrolabio que puede ubicar con precisión una nave en el mar, y conseguirá que le descifren un documento en clave que le permitirá construirlo.

  Esta imaginaria secuela de la vida de Thatch fue pensada a la vez como el remanente de una realidad histórica, la llamada "república de los piratas" que encontró su sede en Nassau, capital de las Bahamas, entre 1714 y 1720. Esa república tuvo un funcionamiento realmente democrático, puesto que la máxima autoridad, unipersonal, podía ser quitada por asamblea, y las asambleas elegían a la vez a los capitanes de sus naves. Inspirada por el ex corsario Benjamín Hornigold, capitán a cuyo servicio estuvo Barbanegra en sus comienzos, la república fue consecuencia del fin de la llamada "guerra de sucesión", llevada a cabo por una Alianza encabezada por Inglaterra contra los Borbones de España y el rey de Francia. La paz de 1713 significó que caducaran las patentes de corso que otorgaba Inglaterra. Los ex corsarios que robaban para la Corona se convirtieron en piratas, y encontraron refugio en el abandonado puerto de Nassau, desde el cual operaron en flota contra navíos españoles o franceses, y también, finalmente, ingleses. Esto debido a que no tuvieron simpatía por el nuevo rey de Inglaterra, Jorge I, de origen alemán, y en su corazón seguían más bien fieles a los Estuardo, que significaban su pasado como corsarios.

  "Crossbone" es una suerte de secuela imaginaria de la república, pues el Thatch de Malcovich aspira a crear un nuevo mundo republicano en las islas, y hace pareja con la serie Black Sails, a la vez retrato de de los líderes de aquella república y "precuela" de una novela célebre: "La isla del tesoro", de Robert Louis Stevenson. Pero si se pretende una aproximación a la realidad histórica respecto de los piratas de Nassau y sus ideologías, se puede ver en este momento, en Netflix, la "docuserie" -dramatización de la historia, con comentarios de especialistas-, curiosamente titulada "El reino perdido de los piratas" cuando en verdad no trata de un reino, sino de una república que fue anterior a la Independencia de las colonias británicas de Norteamérica. Para una documentación más estricta, puede leerse "La república de los piratas", de Colin Woodard (Crítica, Barcelona, 2008), comentada en Dardanelos. Woodard fue uno de los guionistas de "Crossbone" y uno de los comentaristas en la "docuserie".

  Pero ahora tenemos que Barbanegra recibe en su isla a Tom Lowe, un cirujano que en realidad es un espía y sicario de la Corona, y su ayudante y aprendiz Tim Fletch, sobrevivientes ambos de un naufragio. La misión de Lowe es matar al caudillo cuya supuesta muerte había cerrado el ciclo de la república pirata. No le será fácil. Con las sospechas y reservas  del caso, Lowe es bien recibido por Thatch, por dos motivos: le atrae la compañía inteligente y espera que Lowe pueda curarlo de sus alucinaciones fantasmagóricas. Los nueve capítulos girarán en torno a esta relación, que posterga la misión del espía y la complica cuando descubre el gran plan de Barbanegra para apoderarse del oro de la flota española. Un amor inesperado jugará su papel: la depositaria de ese amor atraerá involuntariamente a los ingleses pero también librará a Lowe de la horca, llegado el caso. El paisaje es el de Puerto Rico, alguna vez llamado "la perla de los mares" por el "gran Gautier", como recuerda la vieja canción "Lamento borincano". 

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