sábado, 10 de abril de 2021

"Tribus de Europa": Qué aburrido se está poniendo el Apocalipsis

 


Hay dos palabras que no se les caen de la boca a los reseñistas de las series televisivas: distopía, y sus derivados distópica y distópico, y postapocalíptico/a... "Tribus de Europa" (2021), la serie de Netflix y la alemana Wiedemann & Berg, que causa "sensación", dicen -no conocemos ninguna estadística que respalde este aserto-, ofrece la posibilidad para nada excepcional de reunir las dos palabras. En rigor, todo futuro postapocalíptico sería distópico, pero en fin... Tomás Moro inventó la palabra utopía en el siglo XV uniendo los términos griegos ou, que indica negación, y topos, que significa lugar, de donde el nombre de Utopía que puso a su mejor estado posible quería decir "lugar inexistente". En general, se usa como proyección futura feliz e irrealizable. Distopía en cambio no significa nada etimológicamente, salvo negar la isla de Utopía, de Moro, en cuyo caso debería decirse Disutopía. Sería más simple utopía negativa o utopía negra, como en algún tiempo se usó. 

 El Postapocalipsis, en cambio, es ya insufrible.

 "Tribus de Europa" tiene los mismos previsibles desarrollos y personajes que cualquier serie "épica" (es otro de los mil subgéneros actuales). Podría suceder entre tribus de Norteamérica, entre piratas y aun entre pueblos antiguos de Europa o de Asia. Tres hermanos tienen tres destinos: uno cae prisionero de una tribu malvada (o de piratas, o de indios), otra trata de salvarlo y el tercero tiene una misión que consiste en llevar un artefacto tecnológico o mágico al lugar de donde vino, para revelar su misterio y porque eso será beneficioso para el futuro de la humanidad. Algo así como llevar el anillo de Frodo al Monte del Destino.

  La singularidad de la serie, el hecho de que las tribus resurgen en Europa luego de una catástrofe que ya no es atómica sino tecnológica, no es explotada. Aburre ver las mismas penurias y gestos malvados de cientos de series de acción. Una tribu de malos entrenados para la dominación, que predica la falta de piedad como fortaleza y controla lo que queda de Berlín; una tribu de soldados con uniformes y pertrechos del siglo XXI, que quiere la reunificación de Europa (¿el ejército de Carlomagno revivido?); una tribu de amazonas; una tribu de misteriosos atlantes que quizá sean extraterrestres; y finalmente la tribu pequeña que vivía en contacto con la naturaleza, hasta que una nave cayó del cielo y de ella recuperaron un objeto mágico (o, como dijimos, tan avanzado tecnológicamente que lo parece). La tribu de los malos, que se llaman Cuervos y se pintan de negro como miembros de algunas tribus de pieles rojas, les cayó encima, mató a casi todos y convirtió en esclavos al resto. Todo por ese misterioso objeto atlante.  En el caso del mayor de tres hermanos, pasa a ser esclavo sexual de una señora de la guerra (cuyo rey es tan malvado cuanto previsible: se rodea de beldades semidesnudas y recibe a la mencionada señora comiendo groseramente y sin invitarla a sentarse: ¿cuántas veces vimos esto en el cine por entregas?).

  Seis capítulos, y la historia queda colgada del pincel, hay que avisarlo. Y, como subrayan ya algunos medios en Europa, Netflix no se ha pronunciado acerca de una segunda temporada.


No hay comentarios: