martes, 19 de abril de 2022

"Leonardo": La verdad inalcanzable

 

Hay algo que se debe decir de entrada: "Leonardo" (2021), en cuya producción intervinieron las empresas oficiales de radio y televisión de Italia, Francia y España, es una historia policial y no una serie histórica, aunque nadie lo diga, empezando por la Wikipedia. Desde el comienzo se plantea la investigación sobre un asesinato en el que Leonardo Da Vinci aparece como ejecutor, o al menos como culpable de no brindar asistencia a la víctima. Una asistencia que podría haberla salvado.

  Los movimientos de Da Vinci por las ciudades del norte de Italia, y principalmente su actuación en Milán, al servicio de Ludovico Sforza -"Ludovico el Moro"- están documentados y los registra la biografía de Da Vinci incluida en "Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos de Italia", del aretino Giorgio Vasari, publicada en 1550. Da Vinci fue ingeniero y artista del Moro durante 16 años en las dos últimas décadas del siglo XV.  Ese es el anclaje histórico de la serie. Luego, la mayor parte de los personajes son jugados con ciertas licencias imaginativas. Pero hay dos personajes totalmente imaginarios: la víctima del crimen, Caterina da Cremona, y el investigador de la corte milanesa, Stefano Giraldi, admirador del artista-científico y empeñado en probar, contra la voluntad de este, que es inocente.

  Cierto es que a través de la investigación el probable carácter de Da Vinci, pintor, anatomista, físico, biólogo, etc, aparece en grandes rasgos que ahondan el misterio de una personalidad compleja. Leonardo no pinto más que unas 20 obras, y casi todos sus inventos no salieron del estado de diseño. Construyó sí algunos aparatos de guerra y realizó mejoras, proyectos y estudios edilicios para el Moro, para Venecia, para Florencia -cerca de la cual había nacido-, Roma e incluso para los franceses, en cuya corte -la de Francisco I- se refugió los tres últimos años de su vida. Pero casi todos sus aparatos fueron teóricos.

Con todo, Leonardo pintó algunas de las más descollantes obras maestras de un tiempo en el que abundaron los genios. Fue el padre no confesado de Miguel Ángel y el abuelo, por así decirlo, de Rafael. Hay constancia de que en vida se lo consideraba ya un gran maestro, aunque solo hubiera pintado un breve conjunto de lienzos y hubiese terminado un solo mural, "La última cena", que enseguida comenzó a deteriorarse. Da Vinci puso énfasis en dos técnicas fundamentales para la pintura: la sfumatura (el esfumado), acompañada de un uso discreto y muy efectivo del claroscuro, y la ambigüedad. Testimonio de esta última es la archimencionada sonrisa de la Mona Lisa. Su Juan el Bautista, por otra parte, es una especie de pequeño sátiro benévolo que señala el cielo. Pero además de esto, Da Vinci ensayaba técnicas nuevas, y como consecuencia de esta tendencia se perdió en gran parte la coloración original de la cena de Cristo y sus discípulos, pintada en el refectorio de Santa Maria dalle Grazie, de Milán. Da Vinci argumenta en la serie que no sabe pintar al fresco, pero muchos estudiosos de su vida y sus obras han optado por pensar que en realidad no quería hacerlo: cuando se pinta sobre yeso húmedo hay que pintar rápido, y el talante de Da Vinci era meticuloso y reflexivo. Tardaba meses e incluso años en dar por concluida una obra. De modo que pintó con una mezcla de óleos, tempera y yeso que comenzó a desprenderse casi de inmediato. 

  Sobrevive de "La última cena" una impresión de vivacidad que crea el efecto de instantánea, aprovechado más tarde por grandes pintores, entre ellos Diego Velázquez. La obra, como todas las de Da Vinci, se basa en la firme convicción de que el arte y la ciencia dialogan y sus estructuras son las mismas. La visión frontal de Cristo y los apóstoles permite seguir el recorrido del sonido a derecha e izquierda cuando Cristo dice que uno de aquellos lo traicionará esa misma noche. Da Vinci sin duda pensaba que el arte debe imitar la realidad en su profundo misterio, no la simple apariencia. La pintura, la anatomía, la física y la biología en general tendían para él a esa verdad inalcanzable, pero poseían una "percepción cosmológica", una identidad de estructuras que debían reflejarse unas en otras. De este modo, su figura representó a la vez la ciencia y la técnica. A la ciencia, en su hambre de conocimiento nunca satisfecha; a la técnica, en la realización de objetos utilitarios o artísticos, con los conocimientos alcanzados y destinados siempre a ver más allá a través de ellos.

  El logro de la serie es haber convertido la investigación de un crimen imaginario en un arte de pesca en el alma de Leonardo, aunque los resultados -como suele suceder en la ciencia y en el arte- dejen entrever más que revelar la dimensión del alma y de la realidad.

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AMC/Flow


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