viernes, 16 de diciembre de 2022

"Los misterios de la hermana Boniface": No es ninguna monjita



"Los misterios de la hermana Boniface" (2022) realza el que algunos críticos ingleses llaman "período policíaco" de la literatura inglesa, no porque no existiera otro tipo de literatura entre fines del XIX y primeras décadas del XX en Inglaterra, sino porque en ese período tuvieron enorme éxito comercial y popular las historias de Sherlock Holmes, escritas por Conan Doyle, y las de los detectives de Agatha Christie, sobre todo Hércules Poirot. Para el mundo, esas novelas representan el "policial clásico", en tanto las escritas en la costa Oeste de los Estados Unidos entre los años 30 y 50 del siglo XX dieron nacimiento al "policial duro". 

  Fuera de que las figuras de los detectives y los ambientes son de épocas y dos sociedades distintas, no hay mayores diferencias en las tramas de los policiales "clásico" y "duro": los crímenes ocurren en ambientes normales (por así llamarlos) y el gran atractivo de esas historias es precisamente ése: que la normalidad oculte la capacidad criminal de mucha gente. Lo descubrió Sherlock Holmes en su primera novela. "Estudio en escarlata" se titula así en alusión a una definición del detective del gorro de caza y la pipa calabash: las pistas de los asesinatos son como un hilo rojo que corre por debajo de los hechos comunes. El trabajo del detective consiste en ponerlo a la luz. En otras palabras, para el policial "clásico" y el "duro" el asesinato está incrustado en la mejor sociedad -preferentemente en la mejor de la mejor- y hay que excavar hacia él como hacia una pepita de oro (de oro diabólico, claro). Con el tiempo, el policial comenzó a indagar en la anormalidad: la psicopatía, la marginalidad, el crimen por encargo, que es a la vez psicopático y profesional y está ligado al tráfico de drogas, mujeres o armas, y al mundo de las apuestas.

  La serie de la BBC, basada en las historias de Jude Tindall, fue definida como un spin-off de los libros de G. K. Chesterton, cuyo padre Brown se sumó a la saga de detectives excéntricos, que son los que constituyen lo "anormal" en la normalidad  (Holmes con su gorra casual y cocainómano, Poirot con su exagerada elegancia y su maníaca pulcritud). No me pregunte qué significa spin-off.

  Chesterton eligió una cura católico en un país cuya mayoría es anglicana, es decir, que no le otorga la máxima autoridad religiosa al Papa sino al rey o la reina. Fue con esto, tal vez, anti monárquico, o quizá era él mismo extravagante. La hermana Boniface aparece en uno de sus relatos, y Jude Tindall no puede menos que rendir tributo a Chesterton, de modo que el padre Brown contribuye a una de las investigaciones de la hermana. También -hay que decirlo- se menciona a Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, pero la gente del pueblo imaginario de Great Slaughter (Gran Matanza) ignora quién es. Se trata de un pueblo rural, y el detective de Doyle actuaba en la lejana Londres. Estamos en la década de los 60, pero un pueblo inglés es siempre un pueblo inglés.

  Quizá la hermana Boniface es uno de los detectives más excéntricos creados por el policial en todos los tiempos. Supera a miss Marple, la tranquila anciana pueblerina y detective aficionada imaginada por Agatha Christie.

  La hermana es una monja graduada en química y criminalística (mucho, aun para la revolucionaria década de los 60), tiene un laboratorio en un convento, el imaginario convento de San Vicente en el pueblo de la Gran Matanza. Es bastante para un pueblo de unos cientos de habitantes. La monja anda en una motoneta Vespa con sidecar y siempre colabora con los detectives Sam Gillespie y Félix Livingstone, a quienes se suma la agente Peggy Button, y no pocas veces los ayuda o entorpece la reportera Ruth Penny, de The Albion Bugle (La Corneta de Albión)

  Aun cuando en la Gran Matanza puede pasar de todo, los habitantes son tan pocos y tan tradicionales -la más británica entre ellas, la casera que alquila habitaciones a Gillespie y Livingstone- que es imposible que todos sean asesinos. Más que nada porque, si así fuera, en poco tiempo el pueblo terminaría auto-extinguiéndose. Así que muchos crímenes suceden a raíz de visitas del exterior, como la de un representante del "pueblo hermanado" de Alemania -el capítulo es una gran ironía sobre la guerra y la posguerra, "lo alemán" y "lo inglés"-, o una chef displicente y ególatra, o la actuación de un grupo de rock parecido a Los Beatles. 

  Toda la prensa europea trató con alguna simpatía el comienzo de la serie, sin dejar de señalar que se trata de un "policial liviano". Como si el fin de todos ellos no fuera alivianarnos de la posibilidad siniestra de que cualquiera puede ser un asesino, y, más modernamente, de que el crimen paga, y a veces mucho.

  Las locaciones de la primera temporada fueron pueblos de distintos condados ingleses, como Coswold, Rugby y Chipping Norton.

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Film & Arts/Flow


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